Es evidente que nuestra población mundial cada vez se incrementa un poco más, y, con ello las mejoras en la tecnología y avances en la ciencia, por lo cual nos lleva a que la esperanza de vida de la población también incrementa. Esto puede parecer una buena noticia, puesto que, al aumentar nuestros años de vida, la salud de las personas debe mejorar, sin embargo, al observar el día a día nos damos cuenta que la realidad es totalmente diferente.

Hablando específicamente de nuestro país, es importante mencionar que uno de los mayores retos a los que se enfrenta la sociedad mexicana es que la población está envejeciendo aceleradamente y, si añadimos el factor de que día con día ésta se incrementa, nos trae como resultado el que, en la mitad de este siglo, en la pirámide poblacional se concentre la mayor cantidad de personas en la etapa de la vejez.
Ahora bien, ¿cómo estamos llevando el camino hacia la vejez? ¿Ser viejo es sinónimo de demencia senil? ¡NO!
Actualmente, los especialistas de la salud nos encontramos ante una lucha contra la epidemia de “demencia senil”, puesto que, a pesar de ser un término obsoleto, aún existen muchas personas que llegan a consulta con un “diagnóstico” de este tipo.

Al presente nos encontramos en números rojos, ya que en el 2010 se estimó que existían alrededor de 35.6 millones de personas en el mundo con demencia, y se preveía que esta cifra se duplicaría en el 2030; estando a solo 10 años de alcanzar ese estimado, es necesario que nuestra población comience a re educarse ante el proceso de envejecer, ya que, la cultura relaciona en un rango de normalidad el presentar olvidos frecuentes conforme avanzan los años, aspecto que debe ser catalogado como una alerta hacia alguna enfermedad neurodegenerativa; si cada vez estamos viviendo más, debemos llegar a esta etapa con la mejor calidad de vida.

Uno de los aspectos principales que puede ayudar a que esta cifra alarmante presente un cambio significativo es la cultura de prevención; adquirir nuevos hábitos de vida, desde la alimentación hasta el cuidado de nuestra salud física y mental, pasar de la vida sedentaria a una activación física y cognitiva, disminuir considerablemente las cargas diarias de estrés, observar las diferentes reacciones de nuestro cuerpo conforme pasan los años, realizar evaluaciones cognitivas al menos cada 6 meses para conocer nuestro estado global y, sobre todo, dejar de normalizar la “demencia senil”, los olvidos no llegan con la vejez.
Es importante que comencemos a cuidar de nuestra salud en cualquier etapa de la vida, de esta manera al llegar a la vejez tendremos mejores herramientas que nos permitirán seguir disfrutando de este camino con la misma energía y, así podamos cumplir las palabras del filósofo Sófocles: “Los que en realidad aman la vida son aquellos que están envejeciendo”, y que mejor manera de demostrarnos ese amor, que envejecer de la mejor manera posible.
PSIC. SOFÍA GONZÁLEZ GARCÍA