Actualmente diversos países incluido México, se enfrentan a un incremento en la esperanza de vida de su población, las personas viven cada vez más; lo que implica un gran reto para la sociedad y en el área de la salud, el favorecer un envejecimiento activo y exitoso, procurando mantener la autonomía, funcionalidad y buena calidad de vida. Ante esto, la medicina como disciplina ha evolucionado, apareciendo áreas de especialización y subespecialización como la geriatría y psicogeriatría, esta última es la rama de la psiquiatría que se encarga de atender la salud mental de los adultos mayores, tanto trastornos mentales como depresión, ansiedad y psicosis, trastornos neurocognitivos como la enfermedad de Alzheimer, así como manifestaciones mentales y conductuales de enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Parkinson.
Para que el adulto mayor que padece algún trastorno mental tenga un mejor pronóstico es necesario un diagnóstico oportuno.
Los siguientes son algunos datos de alarma que sugieren que el adulto mayor acuda a evaluación psico geriátrica a la brevedad.
Cambios en el estado de ánimo.

El ser humano es capaz de sentir y expresar gran variedad de emociones, según El psicólogo Paul Ekman, hay seis emociones básicas: tristeza, felicidad, miedo, ira, sorpresa y asco. Estas emociones se consideran normales cuando se manifiestan de manera congruente con un estímulo y/o estresor, así si una persona pierde a un ser querido, será normal que sienta tristeza al respecto. Sin embargo, las emociones pueden tornarse incongruentes y/o con una intensidad anormal a grado tal que provoquen que la persona no pueda funcionar de manera adecuada en la esfera social, laboral y de relaciones interpersonales. Si se identifica a un adulto mayor con tristeza intensa la mayor parte del tiempo, acompañado de llanto frecuente, y que exprese la intención de ya no seguir viviendo requerirá una evaluación inmediata.
Presencia de ansiedad e irritabilidad.
Ante la presencia de problemas y situaciones estresantes, es normal tener preocupación al respecto, no obstante, el estrés puede favorecer que la preocupación se torne patológica, convirtiéndose en ansiedad, preocupaciones inespecíficas, continuas, que se acompañen de síntomas físicos, como gastritis, colitis, palpitaciones y sudoración. En cuanto a la irritabilidad es importante señalar que, el que un adulto mayor se torne “enojón” o “gruñón” no debe considerarse parte del proceso de envejecimiento; pueden transcurrir más de 10 años con presencia de trastornos ansiosos antes de que se busque ayuda.
Cambios en la conducta.
• Alteraciones en el dormir. Durante la vejez hay cambios en la arquitectura del sueño, éste suele tornarse más superficial y de menor duración. Sería anormal entonces que el sueño se torne no reparador, que no sea posible descansar, que se tarde en conciliar el sueño, que existan despertares nocturnos, movimientos anormales durante el sueño. También pueden presentarse episodios de sueño excesivo y fatiga durante el día que pueden requerir atención.
• Alteraciones en el apetito. La pérdida de apetito puede sugerir la presencia de algún trastorno mental, sin embargo, el incremento de apetito brusco o la preferencia e insistencia por un alimento en específico como el dulce pudieran significar también algún problema.
• Aislamiento social. Algunos síntomas como la falta de interés por realizar actividades, pueden propiciar que el adulto mayor prefiera mantenerse aislado, sin querer interactuar con personas que le rodean.
• Conducta alucinada y errática. La presencia de conducta extraña, como si estuvieran mirando o escuchando personajes que no existen, o caminar continuamente sin objetivo claro.
Disminución en la capacidad para realizar actividades

El que un adulto mayor con el paso del tiempo deje de realizar actividades en las que previamente se desempeñaba de manera adecuada es un dato que requiere atención, como ejemplo una señora acostumbrada a preparar platillos como el mole, que comenzará a “fallarle la receta” o la “sazón”; caso también de académicos que por años han sido eficientes en sus labores y comiencen a tener fallas en sus procesos y labores.
La pérdida de capacidad para efectuar actividades instrumentadas, como compras, usar el teléfono, cocinar, realizar tareas domésticas básicas, lavado de ropa, manejo de la propia medicación, uso de transporte, administración de la economía del hogar; podrían significar el inicio de un trastorno neurocognitivo.
Falla en la memoria e incremento de olvidos cotidianos.
No debe considerarse normal el que el adulto mayor tenga olvidos frecuentes, tampoco debe serlo el comenzar a tener fallas en memoria de eventos recientes; el que comience a olvidar platicar y/o comentarios que tuvieron lugar minutos atrás es un dato que indica una evaluación a la brevedad.
Dr. josé luis olivares neumann